viernes, mayo 3, 2024
HomeValoresTratar con amabilidad a los que nos caen mal no es hipocresía,...

Tratar con amabilidad a los que nos caen mal no es hipocresía, sino amor cristiano

Tratar bien a aquella persona con la que sentimos algún grado de animadversión puede ser interpretado como hipocresía, pero cuando a un cristiano se le recuerda que debe tratar bien a aquella persona con quien siente alguna antipatía se puede llegar a pensar que eso es ser hipócrita y que es más honesto dejar ver lo que uno siente que pensar una cosa y hacer otra.

Ante esta disyuntiva, debemos recordar lo que nos dice Pablo en 1 Cor, 13, en el sentido de que la mayor virtud de todas es el amor. Tratar con amabilidad a los que nos caen mal no es hipocresía, es amor cristiano, o sea, amarlos aunque no se lo merezcan, buscar su bien, cumplir la llamada ‘regla de oro’ de Jesús (Mt 7,12) y ser con ellos como nos gustaría que ellos fueran con nosotros.

Hay algo de razón en eso de que es más honesto dejar ver lo que uno siente, y desde luego conviene que haya congruencia entre lo que uno piensa, dice y hace, pero siempre y cuando ello no atente contra el respeto que merecen los demás y la caridad a la que, como cristianos, estamos llamados por encima de todo.

El poner mala cara, ser déspotas y tratar mal a quienes no nos caen bien podrá ser muy ‘honesto’, pero debemos tener siempre presente que lo que Dios nos exige, es sobre todo, el amor.

No es lo mismo que alguien te caiga mal, que alguien a quien odias

Explora tu corazón cuando evitas a ciertas personas porque te caen mal. Piensa en cuántas personas podrías contar dentro de tu iglesia, tu trabajo, tu vecindario o dentro de tu propia familia que te caen mal. Quizás puedes contar menos personas a las que  odias, porque eso hablar de palabras mayores y reservamos el término para quienes nos han hecho daño a nosotros o a la humanidad.

El odio se asocia directamente con intolerancia, discriminación, amargura, falta de civilidad. Por eso es políticamente incorrecto decir que odiamos a alguien y nos hace quedar mal frente a los demás. Hasta puede que tengamos certeza de que odiar es pecado. 

Sin embargo, parece más natural que haya personas que  “nos caen mal” y aparentemente es inofensivo. Finalmente no las estamos exterminando ni llevando a juicio, sencillamente no son merecedoras de nuestra gracia, pero pensar así es el verdadero problema, y 1 Juan 3:15 demuestra todo lo contrario.

El que una persona nos caiga mal está asociado a la antipatía. El diccionario de la Real Academia Española (DRAE) la define como un “sentimiento de aversión que, en mayor o menor grado, se experimenta hacia alguna persona, animal o cosa” y aterrizando este concepto en nuestra vida cotidiana podríamos agrupar sus diferentes aplicaciones dentro del siguiente listado. Una persona nos cae mal…

  • Si tiene hábitos, personalidad o estilo de vida diferentes o contrarios a los nuestros;
  • Si sus actitudes y/o acciones han lastimado en algún sentido nuestros sentimientos o a personas o cosas que estimamos;
  • Si algún rasgo de su persona o de su vida genera envidia en nuestro corazón; quizás es “demasiado perfecta”;
  • Si sus acciones y/o actitudes inciden en nuestro orgullo sobre lo que somos, tenemos o podemos hacer;
  • Si tiene un aspecto físico que no cumple con nuestros parámetros de belleza o los de la sociedad;
  • Si nos recuerda a alguna persona, situación o rasgo que fue negativo en algún momento de nuestra vida;
  • Si no es lo suficientemente hábil, inteligente, capaz, divertido, de agradable charla, auténtico, responsable, veloz o cauteloso o reservado como lo somos nosotros o como deberían ser (a nuestro juicio).
RELATED ARTICLES

LEAVE A REPLY

Please enter your comment!
Please enter your name here

- Advertisment -

Most Popular

Recent Comments