La familia es, ante todo, un valor humano que da sustento a la sociedad, garantiza la armonía social y la reproducción humana. Es la familia la fuente de hombres y mujeres de bien que crecen con valores como la solidaridad, la compasión y el amor al prójimo.
Como valor humano, la familia necesita ser preservada y protegida, porque su aniquilación significaría la aniquilación de una sociedad en armonía. Es por eso que las familias disfuncionales, es decir aquellas familias en donde suceden fenómenos nocivos como la infidelidad, la desintegración o la violencia en cualquiera de sus manifestaciones, son la cuna de fenómenos antisociales como el pandillerismo, el robo, narcotráfico, la drogadicción, la pornografía o la prostitución.
Quien tiene la responsabilidad de cuidar la preservación de la familia es el Estado, dotándola de leyes e instituciones que garanticen su conducción educativa, su recreación y su cuidado ante la posible falta del padre o la madre proveedores.
Sin embargo, la responsabilidad de preservar a la familia también recae fuertemente sobre los padres de familia, porque el Estado puede fallar, puede ser víctima de corrupción o de ideologías progresistas que dañen la institución familiar, pero quien no puede ni debe fallar son los padres de familia.
Como padre de familia ¿les has explicado bien a tus hijos, el privilegio que tienen de pertenecer a una familia? ¿Les has dicho de las obligaciones y ventajas que conlleva pertenecer a una familia? ¿Les has explicado bien a tus hijos, que su presente y su futuro, depende en gran parte de su familia?
Los padres tienen que educar a los hijos para que se den cuenta del enorme valor humano que tiene la familia, para ellos y para todos sus miembros. Es cierto que la primera obligación de los padres es dar ejemplo de hacer familia, convivir, dar cuidado, sustento y amor, pero también tienen la obligación de que los hijos comprendan los beneficios de pertenecer y permanecer en su familia, hasta que formen una nueva familia.
Los hijos necesitan crecer con la convicción de que pertenecer a una familia es uno de los principales valores en la vida, pues de ella depende crecer con estabilidad emocional, fortaleza intelectual con los valores que le den cohesión a la sociedad. Y esa convicción se las deben dar los padres.
Los hijos deben saber que la familia no es un hotel de paso, sino el lugar donde se reúnen sus miembros para apoyarse unos con otros y disfrutar de la mutua compañía. Es el refugio en la adversidad, pero también el hospital, donde se curan las enfermedades o sentimientos de sus miembros.
Los hijos que junto con sus padres, fomentan la convivencia, conversaciones y juegos en familia, consiguen estar más unidos entre si y aprenden a quererse más.