En la vida de todo joven hay momentos clave donde una palabra —un “sí” o un “no”— puede marcar el rumbo del presente y del futuro. No se trata sólo de modales o respuestas corteses; se trata de tomar decisiones que construyen una vida con sentido, valores y propósito. Decir “sí” o “no” con sabiduría es una de las señales más claras de una buena formación.
Decir “no” cuando es necesario
Desde pequeños, muchos escuchamos que debemos “aprender a decir no”. Y es verdad. Hay amistades, situaciones o propuestas que parecen inofensivas, pero que poco a poco roban nuestra paz, dañan nuestra salud o nos alejan de nuestros valores. Aprender a decir “no” no es cerrarse al mundo, sino proteger lo que uno cree, cuidarse y cuidar a quienes amamos.
- Decir no al consumo de drogas o alcohol cuando sabemos que nos daña.
- Decir no a relaciones tóxicas o abusivas que hieren nuestra dignidad.
- Decir no a la presión de grupo, aunque signifique quedarnos momentáneamente solos.
- Decir no a lo que puede poner en riesgo nuestro futuro profesional, afectivo o espiritual.
Decir “no” es un acto de libertad. No somos débiles por negarnos a lo que no edifica; somos fuertes porque tenemos claro quiénes somos y hacia dónde vamos.
Decir “sí” cuando es valioso
Pero también hay que aprender a decir “sí”. Porque el crecimiento personal también viene cuando nos abrimos al esfuerzo, al compromiso, a las decisiones difíciles pero correctas.
- Decir sí al estudio, aunque implique sacrificios.
- Decir sí al perdón, cuando sabemos que vivir resentidos sólo nos estanca.p
- Decir sí a oportunidades de servicio, liderazgo o voluntariado, aunque no estemos 100% seguros de estar listos.
- Decir sí a una fe viva y auténtica, que nos guíe en medio de un mundo cambiante.
- Decir sí a nuestra familia, aunque a veces no sea perfecta, porque es nuestro lugar de origen, nuestro primer amor.
El “sí” también es libertad. Es el acto de una persona que quiere crecer, que se arriesga por algo más grande que ella misma.
Un criterio para decidir
¿Cómo saber cuándo decir sí y cuándo decir no? Hay una brújula que nunca falla: ¿Esto me ayuda a crecer como persona, a cuidar mi futuro, a construir una vida con valores, a cuidar a mi familia y los que me rodean?
Pregúntate:
- ¿Esto me hace mejor?
- ¿Esto me edifica o me destruye?
- ¿Esto está en armonía con lo que quiero ser en el futuro?
- ¿Esto da alegría o dolor a quienes me quieren?
El joven que aprende a decidir con inteligencia y amor es un joven que se hace libre. No se deja llevar por la corriente, sino que tiene raíces. Vive con convicciones y no con emociones pasajeras.
Querido joven: no estás solo en este camino. Tu familia, tu comunidad, y sobre todo Dios, caminan contigo. No temas decir “no” a lo que te aparta del bien, ni decir “sí” a lo que te desafía a crecer. Porque al final, tu vida es el resultado de las decisiones que tomes. Y tú, con la ayuda de Dios, tienes la fuerza para elegir bien.
