sábado, abril 26, 2025
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La tristeza silenciosa de quienes no llegan a ser abuelos

Cada día son más las personas que, habiendo soñado con ver crecer a una nueva generación en su familia, descubren que ese anhelo no se cumplirá. No porque hayan perdido a sus hijos, sino porque sus hijos han elegido no tener hijos.

Lydia Birk, una madre de 56 años, atesora un viejo ejemplar de El conejo de terciopelo, libro que le leía a sus tres hijos cuando eran pequeños. Siempre imaginó que un día se lo leería también a sus nietos. Pero hoy, con sus hijos adultos, sabe que eso no ocurrirá. “Mis hijos decidieron no ser padres. Y aunque sé que es lo mejor para ellos, no deja de dolerme”, confiesa Lydia. “Se cerró una etapa en mi vida”.

Como ella, muchos hombres y mujeres de la Generación X y del baby boom enfrentan una realidad inesperada: la posibilidad, muy real, de no llegar a ser abuelos. En Estados Unidos, sólo poco más de la mitad de los adultos mayores de 50 años tenían nietos en 2021, frente al 60% de siete años antes. La disminución de la natalidad, el cambio de prioridades, las inquietudes sociales y ambientales, y una creciente preferencia por estilos de vida sin hijos, son algunas de las razones.

La pena que no siempre se puede decir

Para muchos padres, aceptar esta decisión implica un duelo silencioso. No es fácil enfrentar la sensación de que su historia familiar se interrumpe, ni el anhelo de transmitir su legado, sus tradiciones y su amor a nuevos miembros de la familia.

Claire Bidwell Smith, terapeuta especializada en procesos de duelo, señala que nuestra cultura celebra mucho la figura del abuelo y los nietos como una “recompensa” a la vejez. Pero cuando esta etapa no llega, quienes la esperaban con ilusión sienten una tristeza real y a menudo incomprendida por los demás.

Christine Kutt, de 69 años, madre de una única hija, comparte ese dolor. Aunque apoya la decisión de su hija de no tener hijos —motivada por preocupaciones sobre el cambio climático y el estado del mundo—, no puede evitar soñar con la vida que imaginó: rodeada de nietos, enseñándoles recetas familiares, compartiéndoles su amor por el rock and roll.

Una herida que a veces toca el corazón de la relación

El deseo de tener nietos no es sólo un anhelo personal; puede tensar la relación con los hijos adultos. Algunos padres luchan por no dejar que su decepción se traduzca en presión o reproche. Otros, como Kutt, optan por no tocar el tema, aunque a veces la tristeza aflora en pequeñas conversaciones llenas de esperanza de que, quizás, algún día cambien de opinión.

No tener nietos también puede provocar una sensación de exclusión. Mientras sus amigos se sumergen en los recitales escolares, los cumpleaños infantiles y los viajes familiares, quienes no tienen nietos experimentan cierto aislamiento. “Es como cuando tus amigos se casan y tú no”, explica la psicóloga Maggie Mulqueen: una mezcla de felicidad ajena y tristeza propia.

¿Qué hacer cuando los sueños cambian?

Aceptar que los hijos tienen derecho a construir su vida según sus propios ideales es un acto de amor maduro. Pero también es importante darse permiso para sentir la pena, llorar ese futuro que no se realizará, y luego mirar hacia adelante con esperanza.

Algunas personas encuentran nuevas formas de canalizar su amor y su deseo de acompañar a las nuevas generaciones: haciendo voluntariado en escuelas, apoyando organizaciones comunitarias, o incluso convirtiéndose en mentores de niños y jóvenes.

Jill Perry, de 69 años, soñaba con tener una casa llena de nietos, arte, risas y juegos. Aunque sus hijas han elegido no ser madres, y aunque a veces siente la soledad que trae el paso del tiempo, ha buscado otras formas de llenar su vida: su esposo, sus perros, su club de lectura y su pasión por las juegos de mesa.

Su esposo, David Cox, resume con ternura ese anhelo que ambos comparten: “Nos habría encantado poder dar a nuestros nietos todo ese amor incondicional que recibimos de nuestros propios abuelos. Pero, aunque ese regalo no será, aún podemos encontrar nuevas formas de sembrar amor en este mundo”.

El amor siempre encuentra nuevos caminos

En Familia y Vida creemos que los vínculos familiares no sólo se heredan: también se crean. Aunque no todos lleguemos a ser abuelos biológicos, todos podemos ser fuentes de amor, guía y alegría para otros. La misión no cambia: seguir sembrando amor, dondequiera que la vida nos lleve.

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