Hay relaciones con las que debemos cortar cuanto antes porque significan nuestro hundimiento espiritual y personal. Nada hay más tóxico que relacionarnos con personas que pueden dañar nuestras vidas, por ejemplo, las “amistades” que nos encaminan a cometer delitos o dañar nuestro cuerpo con drogas o alcohol. Ahí, por supuesto, debemos huir sin miramientos.

Sin embargo, cuando se trata de la vida familiar y matrimonial, hay que hacer hasta lo imposible para solucionar los problemas, por eso nos preguntamos qué sucedió en los matrimonios que a pesar de haberse prometido amor, respeto y comprensión, llegaron al extremo de odiarse.
En seguida enlistamos cinco cosas que, indudablemente, echan a perder pronto cualquier matrimonio.
Uno: la mala comunicación
No platican sobre lo que les interesa o les hace felices o les lastima, no comparten sus sentimientos ni sus malestares, sus sueños y anhelos. Se dedican a ver el celular y a distraerse con cualquier cosa, haciendo sentir a la pareja que todo lo demás es más importante que él o ella.
Dos: el rencor
Conservan el rencor por mucho tiempo y no perdonan nada, permiten que cualquier detalle les moleste y no lo manifiestan hasta que llega el momento en que ya no pueden más y estallan en discusiones interminables. Se dejan de hablar y duermen enojados, sin resolver el problema.
Tres: las malas amistades
Tienen amigos de dudosa moralidad, de esos que les pueden presentar a otras personas que ponen en riesgo su matrimonio, y los invitan a bares de solteros o a espectáculos denigrantes que manchan la santidad de su vida matrimonial.
Cuatro: el desinterés

Pierden interés en su esposo o esposa, se olvidan de detalles como darse tiempo como pareja, recordarse constantemente cuánto se aman o qué fue lo que los hizo enamorarse. Poco a poco caen en la rutina y terminan aburridos, preguntándose qué sentido tiene su matrimonio.
Cinco: la mala administración financiera

No planean sus gastos ni sus ahorros, se endeudan más de lo que pueden pagar, piden créditos, sacan muebles, celulares, ropa, autos y cosas que verdaderamente no necesitan, de este modo, pronto surgen los pleitos por el dinero y su matrimonio naufraga.
Librar estas serias dificultades es un reto para matrimonios que no tienen firmes cimientos, pero no es imposible. Hay matrimonios que han alcanzado 50, 60 o hasta 70 y más años, con problemas, como cualquier pareja, pero siempre con la mente y el corazón fijos en el objetivo que los unió: vivir juntos y felices, hasta que la muerte los separe.