sábado, abril 26, 2025
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“Y prometo serte fiel…”

Una promesa que sostiene el amor, aún en la tormenta.

En medio de la alegría y la emoción de una boda, hay una frase que, si se escucha con el corazón abierto, conmueve profundamente: “Y prometo serte fiel, en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida”.

No son sólo palabras bonitas. Son una decisión, una entrega, una promesa que sostiene el matrimonio cuando el amor romántico se pone a prueba por el paso del tiempo, los desacuerdos, las enfermedades o las dificultades económicas.

La fidelidad: más allá de la exclusividad

Fidelidad no es solamente no traicionar. Es estar ahí, incluso cuando el otro está herido, cansado o confundido. Es mirar al cónyuge con ternura, incluso cuando ya no es joven. Es apostar por el “nosotros”, aun cuando el mundo grita “búscate a ti mismo”.

Ser fiel es seguir diciendo sí, cada día, a esa persona concreta que Dios puso en nuestro camino. Es construir juntos una historia que se renueva con el perdón, con el diálogo y con la voluntad de no rendirse.

Una promesa que nos supera… pero no estamos solos

Es verdad: ser fiel toda la vida no es fácil. Por eso, los esposos cristianos no están solos. El sacramento del matrimonio les da una gracia especial para vivir esta fidelidad como una vocación. La promesa de fidelidad no se basa solo en sentimientos o buenas intenciones, sino en la gracia de Dios que fortalece a quienes quieren amar como Cristo ama.

Él también hizo una promesa: “Yo estaré con ustedes todos los días…” Y Él nunca falla. Por eso, cuando un matrimonio se sostiene en esa fidelidad divina, puede atravesar cualquier tormenta.

La fidelidad es un regalo para los hijos… y para el mundo

Un esposo fiel y una esposa fiel son un faro en medio de una sociedad que a menudo huye del compromiso. Son una bendición para sus hijos, porque les muestran con hechos que el amor verdadero existe, y que vale la pena luchar por él.

En tiempos donde muchos dudan del valor del matrimonio, la fidelidad es una revolución silenciosa que transforma al mundo desde el hogar.

Recuerda: Decir “y prometo serte fiel” es decir: “puedes contar conmigo, pase lo que pase”. Es el eco humano del amor de Dios, que nunca abandona, que siempre espera, que todo lo soporta.

En esa promesa se encuentra la fuerza de la familia, la esperanza de los hijos y el reflejo más claro del amor que da vida.

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